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Sarah Bernhardt: emperatriz rebelde del teatro

Sarah Bernhardt, nació el 22 de octubre de 1844, fue una actriz francesa que cautivó al público de todo el mundo con su extraordinario talento y personalidad. Aclamada por Víctor Hugo como la "voz de oro" y por la prensa como la "emperatriz del teatro", sigue siendo una de las figuras más emblemáticas de esta rama de las artes escénicas. A menudo se la considera la primera superestrella internacional. Sin embargo, tuvo que luchar mucho para convertirse en reina de la escena, adorada en París y en todo el mundo. 

Bernhardt se hizo famosa por su carisma y versatilidad sin comparación alguna como actriz. Poseía una habilidad única para transformarse en una amplia gama de personajes, pasando sin esfuerzo de heroínas trágicas a figuras cómicas. Su presencia escénica era magnética y atraía al público con una intensidad fascinante.

Los primeros años de la carrera de Bernhardt estuvieron marcados por su asociación con la prestigiosa Comédie Française. Sin embargo, su naturaleza rebelde y su deseo de libertad artística la llevaron a salirse de los límites del teatro tradicional. Fundó su propia compañía y se embarcó en giras internacionales que cautivaron al público de Europa, América y otros continentes.

Uno de los papeles más emblemáticos de Bernhardt fue el de Hamlet, que interpretó en 1899. Fue una creación artística que marcó un hito, ya que desafiaba las convenciones de la época y demostraba el intrépido enfoque que Bernhardt daba a su oficio. Su interpretación del complejo personaje de Shakespeare le valió el reconocimiento de la crítica y la convirtió en una leyenda del teatro.

Además de su extraordinario talento interpretativo, Bernhardt era conocida por su extravagante estilo de vida y sus audaces elecciones personales. Marcó tendencias en el mundo de la moda, vistiendo a menudo extravagantes trajes y joyas tanto dentro como fuera del escenario. El carisma de Bernhardt iba más allá de sus actuaciones, ganándose el corazón de artistas, intelectuales e incluso miembros de la familia real.

Además de su carrera teatral, Bernhardt hizo importantes contribuciones al mundo del cine. En 1912, protagonizó la película Queen Elizabeth, convirtiéndose en una de las primeras actrices de teatro en pasar a la gran pantalla. Su espíritu pionero y su voluntad de explorar nuevos medios artísticos la convirtieron en una auténtica visionaria.

A pesar de su fama y éxito, Bernhardt se enfrentó a numerosos retos a lo largo de su vida. En 1915 sufrió una tragedia: se lesionó gravemente la pierna derecha y tuvo que ser amputada. Sin dejarse intimidar por este contratiempo, continuó actuando, adaptando sus técnicas interpretativas a su nueva condición física. Su resistencia y determinación ante la adversidad inspiraron a generaciones de actores.

No se puede subestimar la influencia de Sarah Bernhardt en el mundo del teatro y el entretenimiento. Su arte, talento y extraordinaria personalidad siguen inspirando hoy a actores y actrices. Su legado como pionera, tanto dentro como fuera del escenario, es testimonio de su espíritu indomable y su inquebrantable dedicación a su oficio.

Bernhardt murió de uremia el 26 de marzo de 1923, a los 79 años. A su funeral asistieron miles de parisinos. Fue enterrada en el cementerio del Père-Lachaise. Hasta el 27 de agosto de 2023 se puede visitar en el Petit Palais de París la exposición Sarah Bernhardt. Et la femme créa la star.

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