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Radiografía de personas en un bar

A no ser que seas Kim Kardashian, por lo general ignoras por completo a quién te pareces. Nadie te sigue 24 horas para sacarte en Double Trouble! En realidad, hoy vinimos para hacerte ver que la mejor manera de descubrir un alter ego es ir a un bar, pues es ahí donde somos fieles con nosotros mismos. Así que, mis queridos lectores, ya me dirán si encuentran su categoría de personas en un bar.

1. Gente que grita (futboleros)

¿POR QUÉ LO HACEN? ¿VIVEN EN UN MUNDO PARALELO DE PELOTAS, ÁRBITROS Y CESPED ARTIFICIAL? SÍ. Es insoportable…

No me voy a poner profunda ni me las voy a dar de intensa pero realmente poco se puede esperar de este tipo de personas. A mi modo de ver, son potencialmente más peligrosas que un doberman. Dales diez litros de cerveza por cabeza, alitas y dependiendo de si su equipo ganó o no: a) Se ponen insoportables con sus gritos por la calle toda la noche y su euforia no tendrá límites; b) Se ponen insoportables con sus gritos por la calle toda la noche y su violencia no tendrá límites.

P.D. Odio el fútbol y odio ir a bares de futboleros. Así que al menos yo, ¡no pertenezco a esta categoría!

 

2. Chicas adolescentes poniéndose pedas

Sin duda, la atracción del bar entero. Hay gente puritana que cuando las ve se escandaliza. Es evidente que ellos no han sido nunca una chica adolescente. Otros nos ponemos melancólicos recordando tiempos pasados. Caribe Cooler, Malibú con piña, smokey eyes exagerados, vomitadas en el baño todas juntas, lloriqueos, TQM’s, llegar tarde a casa…

Increíble. Es tan divertido… Mientras no haya que llamar al guarura, claro (y ocultárselo a los papás de tu mejor amiga, la que seguramente dormirá en tu casa para que no la deshereden). Por cierto, las chicas adolescentes poniéndose pedas son las favoritas de los dueños de los bares, porque básicamente, dejan todo su dinero cada fin en el bar que esté de moda.

Hace 10 años, cuando yo era adolescente, la estampa era la misma en cualquier lado; tan solo había que sumarle una gran chimenea de humo de cigarro.

Si no has sido una chica adolescente poniéndose peda, habrás sido un chico adolescente futbolero poniéndose pedo. #teenlife

 

3. Gente sola que mira al resto

Todos hemos pertenecido a esta categoría en algún momento de nuestras vidas. Así es. Hay muchos motivos por los que puedes estar solo en un bar. El más común es porque llegaste temprano a una cita y todavía estás esperando a que llegue tu acompañante. Cuando éste llegue, serás un traicionero para el resto de gente que está sola en el bar. Pensarán, “¿por qué nos has abandonado?”. Otro motivo puede ser que te hayan dejado y hayas bajado a ahogar tus penas en cerveza. Y la última, menos probable y deseable, es que estés solo porque perteneces a la siguiente categoría.

 

4. Alcohólicos

Esto es complicado. Todos nos ponemos pedos de vez en cuando. Lo que no está nada bien es levantarse y empezar el día con un carajillo, seguido de vermut para el aperitivo, vino en la comida, licor de anís de postre, gin&tonic de media tarde, cerveza en la cena y ponche de postre. ¿Hola? Eres un borracho de la mañana a la noche.

El primer síntoma es la nariz roja e hinchada; el segundo, que te huele el aliento a Tonayán aunque te eches una caja entera de Halls y el tercero, que tienes el bolsillo vacío y deudas en el bar.

Los dueños suelen mantener la típica relación amor-odio con los alcohólicos. Por un lado, les tienen un cariño descomunal, pasan muchas horas juntos y son su clientela fija. Por otro, ya han visto cómo arman unos problemones e incluso han tenido que meterlos en un taxi o llamar a sus cónyuges para que vengan a recogerlos en varias ocasiones, pasando la correspondiente vergüenza.

 

5. Gente jugando a las cartas

¡Mi gente favorita! Yo quiero ser de esta categoría, pero lamentablemente no lo soy… Esto es culpa de mis amigos que no me siguen el rollo. Una vez estuve a punto de interrumpir una partida de abuelos y pedir si podía unirme. Me dio mucha vergüenza y contuve mis deseos pero sé que algún día lo haré, porque me parece un súper plan y más cuando ahora las reuniones de los amigos de mi edad están presididas por los malditos smartphones.

 

6. Gente con laptop

¡Qué hueva de vida! Reconozco que al principio me hacía ilusión ser freelance. Eso de bajarme a trabajar a un bar padre era un sueño.

Saber si eres de estos es fácil. Si formulas la pregunta “¿Tienen wifi?” por lo menos tres veces a la semana, perteneces sin duda a esta categoría. Y si naciste entre 1980 y 1995 es probable que también.

Lo más fuerte de este nuevo perfil de bar es que los dueños empiezan a odiar a los freelancers chupa megas. Se quejan de que somos capaces de quedarnos cinco horas en una mesa con un mísero café. Ya estuvo, ¿no?

 

7. Gente jugando en las máquinas

Ese momento duro en el que ves a la Tía Gertrudis en el bar del pueblo como adicta frente a una máquina y, mientras te guiña el ojo, te dice “ni se te ocurra decírselo a tu papá”.

Luego te convierte en su cómplice y cuando están en casa, en plena sobremesa, y le preguntan “¿Adónde vas tía?” te vuelve a guiñar el ojo al decir “Voy a regar las plantas”.

#trágametierra

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