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Jackie Kennedy: la icónica primera dama

Jacqueline Lee Bouvier, conocida en el mundo como Jackie Kennedy, nació el 28 de julio de 1929 en Nueva York. Desde su infancia, destacó por su elegancia, gracia e inteligencia poco comunes, lo que la convirtió en una de las figuras más reconocidas de la sociedad estadounidense. Jackie creció en el lujo, pero también bajo la sombra del divorcio de sus padres, quienes ejercieron una gran influencia en su vida: su padre le inculcó el gusto por el lujo, mientras que su madre le dio una educación exigente y altos estándares.

Jackie era la mayor de dos hermanas. Su hermana menor, Lee, era cercana a ella, aunque había tensiones entre ambas. Las dos eran bellas, carismáticas e interesantes. Aunque Jackie era vista como más reservada, Lee solía ser más directa. Ambas usaban su encanto con éxito, y sus años de juventud estuvieron llenos de viajes y trajes de gala. Sin embargo, su relación era compleja, llena de rivalidad, especialmente cuando se trataba de amores y la atención de otros.

En 1953, Jackie se casó con John F. Kennedy, un joven y ambicioso senador de Massachusetts que cautivó a Estados Unidos con su carisma. La pareja pronto se convirtió en uno de los dúos más admirados de la historia de EE. UU. Jackie fue reconocida como una primera dama moderna y llena de clase, y su estilo fue imitado por mujeres de todo el mundo. Sin embargo, la vida junto a JFK no era un cuento de hadas: sus numerosos romances no eran un secreto para nadie. Jackie conocía las infidelidades de su esposo, aunque nunca las comentó públicamente.

La vida de Jackie cambió radicalmente en noviembre de 1963, cuando ocurrió el atentado contra el presidente en Dallas. El momento en que sostenía la cabeza de su esposo en su hombro pasó a la historia como una de las imágenes más traumáticas del siglo XX. Después de ese evento, Jackie, quien siempre evitó las apariciones públicas, se convirtió en un símbolo de luto nacional.

Tras el asesinato, Jackie decidió abandonar Estados Unidos y se trasladó a Nueva York con sus hijos. En 1968, se casó nuevamente, esta vez con el magnate naviero griego Aristóteles Onassis. Esta decisión generó controversia y fue ampliamente comentada. El matrimonio fue difícil: Jackie volvió al centro de la atención pública, pero esta vez en un contexto diferente. Surgieron rumores de que no era feliz, aunque su vida con Onassis fue otro paso hacia la estabilidad financiera de su familia.

Jackie fue un ícono de estilo, y su gusto y sentido de la moda son apreciados hasta el día de hoy. Siempre cuidó su apariencia y la forma en que se presentaba en público. Fue una maestra de la sutileza y la elegancia moderada: vestidos simples, perlas, guantes. Introdujo un estilo moderno y europeo en la vida pública estadounidense, y sus retratos con el traje Chanel y el sombrero tipo pillbox se convirtieron en símbolos de una época.

Después de la muerte de Onassis, Jackie se enfocó en su carrera como editora de libros, trabajando en editoriales como Viking Press y Doubleday. Era extremadamente ambiciosa y valoraba la independencia que le brindaba su trabajo. Con el tiempo, se convirtió en mentora de jóvenes autores y consolidó su posición como una figura influyente en el mundo editorial. Jackie mantuvo siempre su carácter enigmático: aunque los medios estaban fascinados con su vida, rara vez concedía entrevistas y su privacidad fue celosamente protegida.

Murió el 19 de mayo de 1994, tras luchar contra el cáncer. Hasta el final conservó su elegancia y carácter inquebrantable. Jackie Kennedy sigue siendo una de las mujeres más fascinantes del siglo XX: un símbolo de elegancia, fortaleza y una compleja feminidad, cuya vida estuvo llena tanto de glamour como de sombras. Aunque se ha escrito mucho sobre ella, sigue siendo una figura rodeada de un halo de misterio, lo cual solo añade encanto a su leyenda.

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